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jueves, 3 de marzo de 2016


En rigor, existen tantas estrategias como inversores en el mundo, dado que cada uno deberá ajustar sus políticas a sus necesidades concretas en determinado momento. Sin embargo, podemos señalar que existen algunas clases que son bastante diferentes y que forman un buen marco conceptual para entender las alternativas existentes. Inversores de portafolio.

Esta  clase  de  estrategias  suele  ser  la   más conservadora y tradicional. Principalmente, consiste en seleccionar una determinada distribución del portafolio en clases de activos: bonos de alto y bajo riesgo, acciones de países desarrollados, emergentes etc. Los inversores de menor tolerancia al riesgo le darán mayor asignación a los más seguros y viceversa. En general, no seleccionan activos individuales, sino que tiende a utilizar instrumentos como los EtF o los fondos de inversión para tener una cartera ampliamente diversificada.

Tienden a tener una baja rotación en su cartera y realizan rebalanceos periódicos como máximo una vez por mes. Para agregarle algo de flexibilidad, se reposicionan en forma táctica. Este es un esquema mixto que no es tan pasivo como la administración tradicional pero tampoco tan activo como las más dinámicas. En estos casos se define un rango de porcentaje para cada clase de activos en el portafolio. Podríamos decir, por ejemplo, que el porcentaje correspondiente a acciones va a estar entre un 30% y un 60% del total. Una vez definidos estos rangos, se permite cierta discrecionalidad dentro de los límites establecidos. Si el inversor considera que es un buen momento para invertir en ellas estará seguramente más cerca del 60 que del 30%.
Selección de Activos.

A diferencia de los inversores de portafolio, esta clase de operadores no se enfoca tanto en el tipo de activos sino que busca activos individuales para colocar su capital. Mientras que el de portafolio decidirá qué porcentaje de su cartera destinar a acciones de empresas tecnológicas, el seleccionador se pregunta.

Si comprar o no acciones de una determinada empresa en el sector tecnológico.
Tradicionalmente, éstos se dedican mucho a los papeles individuales, y utilizan  el  análisis  fundamental para determinar cuáles son las acciones (o CFDs de acciones) que presentan las mejores perspectivas de inversión. En los últimos años, sin embargo, muchos de ellos han incrementado el uso de otros instrumentos como divisas o EtF para ampliar su operatoria.

Incluso dentro de los que se manejan principalmente con acciones individuales existen muchas diferencias de estilo que pueden llevarlos a tomar decisiones radicalmente diferentes e incluso tener posiciones opuestas acerca de si las acciones de determinada empresa son o no una buena oportunidad.
Algunos prefieren las acciones de crecimiento; aquellas compañías que tienen los productos o servicios más innovadores y la capacidad de incrementar a un veloz ritmo sus ventas y ganancias para los próximos años. Suelen ser los que se enfocan en negocios con un alto componente tecnológico.

Otros prefieren, en cambio, las compañías seguras y estables, con un sólido historial de buenos resultados y una amplia trayectoria atravesando sin problemas las dificultades de su industria y los períodos económicos adversos. Generalmente, apuntan a compañías con gran tamaño y una posición de mercado dominante.

También, quienes buscan comprar aquellas acciones que nadie más desea en ese momento, apostando a que el mercado exagera la gravedad de sus problemas y que, con el paso del tiempo, se demostrará que estaban subvaluadas.

Esta clase de inversores está siempre a la búsqueda de los activos cuyo precio haya caído considerablemente; por ejemplo una empresa que está enfrentando problemas legales u otra cuyo valor haya caído por los problemas económicos del país en el cual lleva adelante sus operaciones.

Traders
Esta clase de operadores se apoya principalmente en el análisis técnico para la toma de decisiones. Generalmente operan productos que permitan altos niveles de apalancamiento como las divisas, los futuros o los CFDs. El plazo de sus operaciones puede ser de lo más variado, desde varios meses hasta unos pocos minutos.

Algunos de estos operadores se dedican a un solo producto; por ejemplo, hay muchos que realizan operaciones intradiaras con los futuros del índice S&P 500. Otros tienen mayor flexibilidad como sucede, por ejemplo, con la enorme comunidad de traders que se dedica a operar con diferentes cruces del mercado de divisas.

También, existen otros que seleccionan entre diferentes clases de activos según cual les parezca que presenta las mejores oportunidades en un momento determinado, y pueden tener portafolios compuestos por las más diversas clases de activos en función de su conveniencia.

A su vez, podríamos diferenciar entre operadores discrecionales y los que se basan en reglas predeterminadas. Los primeros son los que dejan la puerta abierta a diferentes posibilidades según como evalúen la situación de cada activo en un momento particular. Los segundos, en cambio, siguen reglas fijas para entrar o salir de sus posiciones siguiendo, por ejemplo, modelos como los de cruces de medias móviles.


Como habitualmente operan con altos niveles de apalancamiento, les resulta muy importante contar con un sólido sistema de control de riesgos que limite las pérdidas en caso de que los mercados se les muevan en contra.


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