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martes, 1 de marzo de 2016

A menudo los inversores se confunden  a  la hora de determinar en qué radica una política exitosa, cómo deberían gestionar sus activos y si los resultados que  están  obteniendo  representan o no una buena estrategia. para analizar estos puntos, conviene tener bien en claro algunos conceptos importantes.

En primer lugar, debemos definir cuál es una política exitosa. Lo que buscamos en este sentido es que la estrategia cumpla con dos características centrales: que sea eficiente y que sea la adecuada para las necesidades de esa persona en particular.

Una estrategia eficiente es cuando la relación entre riesgo y retorno es positiva en comparación con lo que se puede obtener mediante otras. Por ejemplo, alguien que opera activamente con altos niveles de volatilidad pero que no logra obtener un retorno mayor al de una cartera diversificada de índices a largo plazo, está teniendo una política ineficiente: podría acceder a esos retornos con menores riesgos siguiendo otra clase de propuestas.

De todas formas, más allá de los cálculos fríos de retorno y volatilidad, es muy importante aplicar un plan de gestión de activos que esté de acuerdo con las necesidades de cada uno. Aunque la relación de riesgo y retorno sea eficiente, de nada sirve uno que tenga demasiado riesgo.

Según diferentes perfiles, algunos van a preferir tener una cartera bien diversificada y de largo plazo que incluya activos poco correlacionados e, incluso, una buena proporción de instrumentos de renta fija para asegurarse un retorno y reducir la volatilidad.

Otros, en cambio, tendrán una política activa de selección de acciones, entrando y saliendo de las diferentes posiciones en el mediano plazo. También, hay operadores muy activos que se dedican a operar futuros o divisas en términos intradiarios, es decir, abriendo y cerrando las posiciones en el mismo día. a veces, incluso, realizan transacciones que duran unos pocos minutos.
Estos estilos no son categorías puras, sino todo lo contrario. Muchos inversores conservadores de largo plazo.

Realizan de vez en cuando algunas operaciones más agresivas de corto plazo con una parte pequeña de su portafolio o seleccionan algunas acciones individuales de alto riesgo que consideran tienen mucho potencial de apreciación.

Dado que hoy en día existen muchísimas herramientas para sacar provecho de las oportunidades que brindan los mercados, las ganancias potenciales son teóricamente infinitas y esto atrae a muchos operadores que asumen niveles de riesgo demasiado altos en sus estrategias.
No debemos olvidarnos que mayores retornos vienen acompañados de mayores riesgos, y la idea central no es construir una estrategia que tenga mucha rentabilidad, sino una que tenga la relación de riesgo y retorno adecuada para el perfil del inversor.

Existen diferentes criterios objetivos a tener en cuenta a la hora de definir una política para operar de manera de respetar la tolerancia al riesgo del inversor. Una regla bastante conocida, por ejemplo, es que mientras mayor sea el horizonte temporal mayor será la volatilidad que puede asumir.

Si los fondos van a mantenerse durante un largo período de tiempo, se reducen las probabilidades de tener que vender en un mal momento, justo cuando los mercados están deprimidos y el inversor los necesita con otros fines como la jubilación o la compra de una propiedad, por ejemplo. Por eso se dice que a mayor horizonte temporal, más grande es la tolerancia objetiva al riesgo.

Obviamente, la cuestión psicológica de la tolerancia al riesgo es un aspecto central del asunto. Aún si existen motivos objetivos para plantear que puede asumir un nivel de riesgo medianamente alto, muchas personas simplemente prefieren no exponerse a elevados niveles de volatilidad porque no se sienten cómodas o satisfechas con eso.

Pero también son muy importantes los factores personales, más allá de la tolerancia al riesgo, que hacen a construir una estrategia adecuada. si es una persona que dispone de poco tiempo para gestionarlas, no tiene sentido que se plantee una estrategia demasiado activa y agresiva. Por más que pueda tolerar el riesgo, corre con muchas desventajas al no poder prestarles la dedicación necesaria.

También son importantes las cuestiones relacionadas con el conocimiento y la experiencia del operador. Existen algunas estrategias con opciones, por ejemplo, que generan buenas oportunidades de inversión sin requerir una operatoria demasiado activa.

Sin embargo, para aplicarlas con éxito se requiere cierto conocimiento del mundo de las opciones y sus propiedades matemáticas.

Antes de lanzarse a implementar estas estrategias, resulta conveniente contar con un buen estudio previo de ellas y tomarse un tiempo para practicar con una plataforma de simulación, para así familiarizarse con la forma adecuada de implementar las operaciones.

En definitiva, no resulta buena idea preguntarse en el vacío qué retornos son posibles en los mercados financieros. Estos dependen de muchísimos factores que además cambian con el tiempo. Una pregunta mucho más inteligente y adecuada a la realidad es:

 ¿Cuál sería una estrategia de inversión adecuada para mi perfil de inversor?


Por supuesto, hay que tener en cuenta que su perfil cambia con el tiempo y, por lo tanto, la estrategia debe ser flexible. La situación patrimonial o el horizonte temporal de un inversor pueden modificarse por cuestiones personales, con lo cual su política debe adaptarse siempre a estos cambios. A medida que los inversores incrementan sus conocimientos, además, suelen aprovechar la nueva capacitación para implementar estrategias más  sofisticadas.



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