A
menudo los inversores se confunden
a la hora de determinar en qué
radica una política exitosa, cómo
deberían gestionar sus activos y si
los resultados que están obteniendo
representan o no una buena estrategia. para analizar estos puntos,
conviene tener bien en claro algunos conceptos importantes.
En primer lugar,
debemos definir cuál es una política
exitosa. Lo que buscamos en este sentido es que la estrategia cumpla con
dos características centrales: que sea
eficiente y que sea la adecuada para las necesidades de esa persona en
particular.
Una
estrategia eficiente es cuando la relación entre riesgo y retorno es positiva
en comparación con lo que se puede obtener mediante otras. Por ejemplo, alguien que opera
activamente con altos niveles de volatilidad pero que no logra obtener un
retorno mayor al de una cartera diversificada de índices a largo plazo, está
teniendo una política ineficiente: podría acceder a esos retornos con menores
riesgos siguiendo otra clase de propuestas.
De
todas formas, más allá de los cálculos fríos de retorno y volatilidad, es muy importante aplicar un plan de gestión de
activos que esté de acuerdo con las necesidades de cada uno. Aunque la
relación de riesgo y retorno sea eficiente, de nada sirve uno que tenga
demasiado riesgo.
Según
diferentes perfiles, algunos van a preferir tener una cartera bien
diversificada y de largo plazo que incluya activos poco correlacionados e,
incluso, una buena proporción de instrumentos de renta fija para asegurarse un
retorno y reducir la volatilidad.
Otros,
en cambio, tendrán una política activa de selección de acciones, entrando y
saliendo de las diferentes posiciones en el mediano plazo. También, hay
operadores muy activos que se dedican a operar futuros o divisas en términos
intradiarios, es decir, abriendo y cerrando las posiciones en el mismo día. a
veces, incluso, realizan transacciones que duran unos pocos minutos.
Estos
estilos no son categorías puras, sino todo lo contrario. Muchos inversores
conservadores de largo plazo.
Realizan
de vez en cuando algunas operaciones más agresivas de corto plazo con una parte
pequeña de su portafolio o seleccionan algunas acciones individuales de alto
riesgo que consideran tienen mucho potencial de apreciación.
Dado
que hoy en día existen muchísimas herramientas
para sacar provecho de las oportunidades
que brindan los mercados, las ganancias potenciales son teóricamente
infinitas y esto atrae a muchos operadores que asumen niveles de riesgo
demasiado altos en sus estrategias.
No
debemos olvidarnos que mayores retornos vienen acompañados de mayores riesgos,
y la idea central no es construir una estrategia que tenga mucha rentabilidad, sino una que tenga la relación de riesgo y
retorno adecuada para el perfil del inversor.
Existen
diferentes criterios objetivos a tener en cuenta a la hora de definir una
política para operar de manera de respetar
la tolerancia al riesgo del inversor. Una regla bastante conocida, por ejemplo, es que mientras mayor sea el horizonte temporal mayor será la
volatilidad que puede asumir.
Si
los fondos van a mantenerse durante un largo período de tiempo, se reducen las
probabilidades de tener que vender en un mal momento, justo cuando los mercados
están deprimidos y el inversor los necesita con otros fines como la jubilación
o la compra de una propiedad, por ejemplo. Por eso se dice que a mayor
horizonte temporal, más grande es la tolerancia objetiva al riesgo.
Obviamente,
la cuestión psicológica de la tolerancia
al riesgo es un aspecto central del asunto. Aún si existen motivos
objetivos para plantear que puede asumir un nivel de riesgo medianamente alto,
muchas personas simplemente prefieren no exponerse a elevados niveles de
volatilidad porque no se sienten cómodas o satisfechas con eso.
Pero
también son muy importantes los factores personales, más allá de la tolerancia
al riesgo, que hacen a construir una estrategia adecuada. si es una persona que
dispone de poco tiempo para gestionarlas, no tiene sentido que se plantee una
estrategia demasiado activa y agresiva. Por más que pueda tolerar el riesgo,
corre con muchas desventajas al no poder prestarles la dedicación necesaria.
También
son importantes las cuestiones
relacionadas con el conocimiento y la experiencia del operador. Existen
algunas estrategias con opciones, por ejemplo, que generan buenas oportunidades
de inversión sin requerir una operatoria demasiado activa.
Sin
embargo, para aplicarlas con éxito se
requiere cierto conocimiento del mundo de las opciones y sus propiedades
matemáticas.
Antes
de lanzarse a implementar estas estrategias, resulta conveniente contar con un buen estudio previo de ellas y tomarse
un tiempo para practicar con una
plataforma de simulación, para así familiarizarse con la forma adecuada de
implementar las operaciones.
En
definitiva, no resulta buena idea preguntarse en el vacío qué retornos son
posibles en los mercados financieros.
Estos dependen de muchísimos factores que además cambian con el tiempo. Una
pregunta mucho más inteligente y
adecuada a la realidad es:
¿Cuál
sería una estrategia de inversión adecuada para mi perfil de inversor?
Por
supuesto, hay que tener en cuenta que su perfil cambia con el tiempo y, por lo
tanto, la estrategia debe ser flexible.
La situación patrimonial o el horizonte temporal de un inversor pueden
modificarse por cuestiones personales, con lo cual su política debe adaptarse
siempre a estos cambios. A medida que
los inversores incrementan sus conocimientos, además, suelen aprovechar la
nueva capacitación para implementar
estrategias más sofisticadas.
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